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     Para analizar este refrán, visitaremos el país de Masvaleconocidolandia, en donde todo sus ciudadanos aplican esta frase sistemáticamente. Una tarde, un ciudadano de esta nación, cuya madre le había enseñado excelentes lecciones sobre cómo cocinar platillos japoneses, decidió aplicar las habilidades que su progenitora le enseñó con tanto amor. Invirtió en instalaciones, contrató personal con excelentes habilidades de servicio y montó un restaurante de sushi, al cual llamó Masvaleshima. Pero, pocos días después de la apertura, no había entrado ni un alma a su negocio. Todos pasaban en frente y repetían el mantra fundamental de la Patria: “Más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”, y se iban al restaurante viejo y destartalado donde comían todos los días al mediodía...

Más vale viejo conocido que nuevo por conocer
A caballo regalado no se le mira el diente

     Admito que no soy experto en análisis de calidad equina, ni conozco mucho sobre los costos mensuales de mantenimiento de estos animales. No obstante, asumo que no ha de ser barato alimentar y darle un espacio aceptable a una creatura cuyo peso promedio es de más de 500kg. Por ende, un caballo regalado puede aumentar a corto plazo los activos de un individuo, pero a su vez, puede generar un flujo negativo de ingresos a largo plazo.  Por ello, el debido análisis de la forma de su diente es importante para determinar si el caballo producirá el rédito necesario para cubrir los gastos en alimentación y otras necesidades equinas...

Despacio que tengo prisa

     Este refrán parece ser parte de una secuencia de varias películas, algo así como “La guerra de la prisa”. El problema es que nos falta ver uno de los episodios. Por ello, no conocemos una parte esencial de la trama: las acciones y las circunstancias que provocaron la prisa. ¿Habrá sido un error al momento de programar la alarma del reloj? ¿Habrá sido la falta de un plan semanal para distribuir las actividades por hacer de tal forma que fueran compatibles con el muy necesario balance tiempo–trabajo? ¿Habrá sido la presencia de un esquema organizacional que por obligación o defecto asigna misiones con poco tiempo para ser completadas...

A caballo regalado no se le mira el diente

     Este refrán presenta un interesante modelo. Si acontece un mal, necesariamente (es decir, con probabilidad de cien por ciento) vendrá un bien. En principio, dicho modelo es irrefutable. Por ejemplo, si inmediatamente después del mal, vienen cinco males de forma consecutiva, pero a la sexta iteración viene un bien, se cumple el enunciado. No obstante, si cada mal fue un choque de furgón o la caída de un rayo, el bien que al final se dé llegaría un poco tarde sin duda...

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© 2016 Randolph Cardona

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